Mientras contemplaba desaparecer el tren dí en pensar que la poesía ocurre por sí misma siempre y cuando haya por lo menos dos senderos que tomar.
Asumí que en la vida, como en las vías, eso debería estar garantizado.
Esta tarde y éste tren no se llevaban nada mío en realidad.
Sin embargo me sentí algo inmigrante al verle alejarse, por lo que rápidamente me dispuse a caminar en dirección contraria (entre esperanzados y despedidores que no parecían decidirse a soltar del todo el convoy o la estación) y abstrayéndome estratégicamente de la diferencia entre partir y regresar.
Aún sigo en la estación, absorto, con la mirada fija en las vías.
Gracias Maestra
Preciosa Pilar!
Cuantas posibilidades en ése andén vacío…
Me gusta la poesía que se genera como una danza entre dos alternativas
«¿Me habría ido de casa o habría llegado a casa al fin? »
Entre el partir y el regresar.
Como la vida misma.
Hola Alison
Me alegra que te guste!
Gracias por visitar mi blog secreto, que es cada vez menos secreto! 😀
Abrazo!
Pilar
La naturaleza sí admite el vacío. Eso es lo que demuestra la foto y lo que la hace tan fantástica. Que no hay nada y que lo que veas luego: gentes, palomas, vagones…son fruto de tu imaginación, de la imaginación de alguien que tampoco es.